Lex Fiscus

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viernes, 8 de marzo de 2013

¿Quién ganó: Enrique Núñez o Armando Prida?

Algunas reflexiones sobre el affaire Enrique Núñez-Armando Prida, cuyo fallo en la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) culminó con una resolución singular: las expresiones “maricón” y “puñal”, en el ámbito periodístico, no está protegido por la libre expresión y su uso puede generar demandas por daño moral. *** En la columna que dio objeto a una demanda por la vía civil de parte del dueño del diario Síntesis, Enrique Núñez Quiroz jamás lo descalificó con las palabras “maricón” y “puñal”. Estas palabras aparecen en un contexto que no toca a Prida. Los tres ministros que votaron a favor del empresario que inaugura hoy en Puebla, con la pequeña ayuda de sus amigos, el encuentro de la Sociedad Interamericana de Periodistas (SIP), no leyeron a plenitud la columna del también director de Intolerancia. Si la hubieran leído entenderían que las descalificaciones en contra de Prida jamás existieron. Cito los fragmentos en los que aparecen las dos expresiones: “Columnas viejas, libros pagados, escritores pagados y columnistas maricones son los que Síntesis utilizó para una guerra que de antemano estaba perdida. (…) Pobre Alejandro (Manjarrez), en su ocaso como columnista, tuvo que salir a una guerra donde su única arma es el hambre que lo lleva a arrastrarse a los pies de su patrón. 
 No se atrevió a dar nombres, ni citó calumnias y mucho menos presentó pruebas contra nadie.
 Sin duda, Manjarrez definió los atributos que no debe tener un columnista: ser lambiscón, inútil y puñal”. La primera ofensa –claro que lo es- no va dirigida a Prida, sino a los columnistas de su periódico. La segunda, en tanto, tampoco toca a Prida ni a Alejandro Manjarrez, columnista de Síntesis. Hay una alusión, sí, pero indirecta. En este sentido, pues, el fallo de la Primera Sala de la Corte vio lo que no había. *** Cuando un columnista usa la palabra “maricón” o “puñal” para descalificar al contrario está bajando el nivel de la discusión. La célebre polémica entre Octavio Paz y Carlos Monsiváis nunca tuvo como elementos de la misma las descalificaciones homófobas que estamos viendo. Todo mundo sabía que Monsiváis tenía una preferencia sexual distinta, pero Paz se cuidó muy bien de no descalificarlo por eso. Ese debate se mantuvo en el territorio de las ideas y de las ocurrencias, pero jamás tocó el ámbito de la sensualidad o la sexualidad de las personas. Lo más fácil, para acabar con el contrario, es llamarlo “maricón” o “puñal”. Lo difícil, lo interesante, es tundirlo con ideas y con buen español. *** El ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea expresó puntualmente:“Las expresiones homófobas, esto es, el discurso consistente en inferir que la homosexualidad no es una opción sexual válida, sino una condición de inferioridad, constituyen manifestaciones discriminatorias, ello a pesar de que se emitan en un sentido burlesco, ya que mediante las mismas se incita, promueve y justifica la intolerancia hacia la homosexualidad”. La Corte consideró que la preferencia sexual “no puede constituirse en un elemento válido para criticar la labor periodística”. Los ministros Jorge Pardo Rebolledo, Olga Sánchez Cordero y Arturo Zaldívar Lelo de Larrea votaron a favor de que “las manifestaciones homófobas son una categoría de discursos del odio, los cuales se identifican por provocar o fomentar el rechazo hacia un grupo social. La problemática social de tales discursos radica en que, mediante las expresiones de menosprecio e insulto que contienen, los mismos generan sentimientos sociales de hostilidad contra personas o grupos.” En estos puntos los ministros tienen toda la razón, aunque hay que reconocerlo: la homofobia es un fantasma que recorre decenas de columnas políticas en el país. Es una pena. Por supuesto. Y da pena ajena. *** La columna de Núñez nació en un contexto singular: la campaña de dos semanas que Prida realizó en contra de Arturo Rueda y un servidor. Núñez lo dice bien: “Aunque seguramente usted ni se enteró, el inefable empresario Armando Prida inició una campaña para intentar blindar la sucia imagen que a lo largo de los años ha creado en Puebla.
 En su afán de curarse en salud, el dueño de Síntesis declaró la guerra a los directores de los periódicos Cambio y El Columnista, por las supuestas difamaciones y calumnias escritas en esos medios en su contra.
 “En medio de esa campaña, pasaron a raspar —a través de viejas infamias y calumnias— al presidente administrativo de esta casa editorial y a este columnista.
 Sin elementos probatorios, Síntesis recuperó una vieja columna escrita por Erika Rivero, quien desesperada, inventó una absurda historia en contra de Rodrigo López Sainz y de un servidor.
 “Esa columna fue la base para toda la ‘campaña’ que Prida emprendió en contra de quienes han hecho públicas sus fechorías.
 Las historias de Armando Prida no tienen desperdicio. 
Difícilmente existe en Puebla un personaje tan negro como el dueño de Síntesis. “
Ahora bien. Periodísticamente este diario ha hecho el peor de los ridículos, retomando durante casi dos semanas la vieja columna de Rivero Almazán y los textos del libro Prensa Negra de uno de los reporteros más corruptos de los que se tenga memoria. “
Eso son los elementos que dieron los supuestos fundamentos para la “campaña” de Prida. 
Imagínense, dos semanas continúas repitiendo la misma columna publicada hace seis años.
 Así de grande fue la ‘campaña’ periodística de Prida y Síntesis.
 “¡Pobres diablos! “(…) 
Dicen que las guerras se ganan con parque.
 Y el parque de las guerras periodísticas es la información.
 Qué pena para Prida que su periodiquito y todos sus reporteros y columnistas no hayan podido reunir información suficiente para poder enfrentar una guerra de verdad”. Hasta aquí la indispensable cita. En efecto: durante dos semanas, Síntesis nos dedicó a Rueda y a mí –más a mí que a Rueda- la portada y las páginas dos, tres y cuatro. Dos semanas sin parar. Y hasta revivieron Síntesis de Bolsillo para sobredimensionar la supuesta información. ¿Qué había en ella? Difamaciones y calumnias: acusaciones de asesinato, violación y otras lindezas. Y lo hicieron sin el menor rubor. *** Yo también perdí un juicio con Armando Prida. Un Tribunal Colegiado me sentenció a pagarle 5 mil pesos a Prida por haberlo llamado “golpeador”. Así como lo lee. “Golpeador”. No “puñal”, no “maricón”. “Golpeador”. Dos magistrados concluyeron que eso era suficiente para provocarle un daño moral al dueño de Síntesis. Por eso, quizás, la sentencia fue la mínima: 5 mil pesos. Ni un centavo más, ni un centavo menos. Bajo ese criterio todos los periodistas mexicanos serían sentenciados. Ni uno se salvaría. *** El portal ADN político asentó: “El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) considera que la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que establece que las expresiones y discursos homofóbicos constituyen un acto de discriminación y no una extensión de la libertad de expresión, son un avance sustantivo en el combate a la homofobia en México. “La histórica resolución de la máxima institución de justica en el país, será un referente para clarificar la discusión pública de la validez de emitir mensajes y expresiones en el ámbito público y privado basadas en el discurso de odio, ya que la SCJN establece que ofender, descalificar o agredir con prejuicios y estigmas representa un acto de exclusión contra las personas y constituye una categoría del discurso de odio. “(…) Este fallo, referente a la libertad de expresión y la no discriminación, tiene especial relevancia para la democracia, ya que ambos derechos están ligados a la igualdad de dignidad entre las personas, y deberá ser simultáneamente garantizado por el Estado para que exista posibilidad de igualdad al expresar, opinar y disentir”. *** Zaldívar Lelo de Larrea fue el ministro ponente en el caso La Jornada-Letras Libres. Fernando García Ramírez, uno de los editores de la revista que dirige Enrique Krauze, publicó en una columna que La Jornada era el brazo periodístico de ETA. Los directivos del diario no lo pensaron dos veces e interpusieron una demanda por Daño Moral. El ministro puso por encima de la ofensa la libertad de expresión y dijo que en un debate entre pares (en este caso dos medios de comunicación) lo deseable era que dirimieran sus diferencias en sus propios espacios. El caso Núñez-Prida es similar, aunque en esta ocasión el ministro antepuso las descalificaciones sexuales a la libertad de expresión. Dos casos, dos sentencias distintas. El Regreso de Toño Hernández y Genis. La nota de la versión en internet del diario Cambio es elocuente: “Al ser cuestionada de la designación de Antonio Hernández y Genis incluido en la ‘comisión de priístas distinguidos’ para evaluar la situación electoral de los municipios de la zona metropolitana -publicada hoy en CAMBIO-, Ivonne Ortega Pacheco (secretaria general del Comité Ejecutivo Nacional del PRI) minimizó la investigación de la Auditoría Superior del Estado en contra de Hernández y Genis, pues indicó que mientras no se concluya su culpabilidad es libre de trabajar a favor del PRI. 
"’Si hay juicios que se estén llevando podremos y cuando estén terminados vamos a calificar, mientras tanto son sólo suposiciones, para nosotros todos los militantes son importantes. ¿Qué te puedo decir?”.

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